Los proyectos de construcción a menudo enfrentan riesgos considerables debido a condiciones climáticas extremas. Fuertes vientos pueden desprender cubiertas o fachadas en edificios e instalaciones industriales, mientras que lluvias intensas provocan desgaste, filtraciones y humedad, lo que se traduce en altos costos de mantenimiento. Además, tormentas y huracanes representan una amenaza significativa para zonas residenciales, comerciales e industriales, independientemente de su tamaño, capacidad o ubicación.
En México, las áreas más vulnerables se encuentran en el sureste del país, como el Atlántico, Chiapas, Campeche, Tabasco y Yucatán, donde los ciclones y huracanes son más frecuentes y de mayor intensidad. Debido a su ubicación geográfica, estas regiones están expuestas a fenómenos meteorológicos severos que ponen en riesgo tanto las infraestructuras como la seguridad de las comunidades.
Estos impactos suelen deberse al uso de materiales de baja calidad que carecen de certificaciones de seguridad o protección. En otros casos, la instalación se realiza sin considerar los cálculos necesarios, como las características y valores de los vientos predominantes en cada área, comprometiendo la estabilidad del proyecto.
La planificación y construcción en estas zonas requieren una especial atención a la calidad de los materiales y a la precisión en los cálculos estructurales para mitigar el impacto de estos desastres naturales. La capacidad de los productos certificados para resistir condiciones extremas es crucial para garantizar la seguridad y la integridad de las estructuras.
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